La Doctora en educación y magíster en educación de Harvard, Tatiana Rodríguez, analiza en la 12va edición de The Legal Industry Reviews Colombia sobre la expansión de la “Renuncia silenciosa”.
TikTok puso de moda la renuncia silenciosa. Este es un tema del que no hablábamos tanto antes de la pandemia, pero que ya existía en la literatura de las organizaciones. Los que se dedican a estudiar el comportamiento de la gente en su trabajo lo llaman “retraimiento” y se da cuando las personas deciden estar en su trabajo, pero no con todo su ser, su tiempo o su compromiso.
El retraimiento se manifiesta en ausentismo, llegadas tarde, salidas más temprano, en menos involucramiento y menos interés en los temas de la oficina. En términos académicos se da cuando la persona pone una distancia física o psicológica con su trabajo.
¿Y qué es, entonces, lo nuevo? La vida moderna, argumenta el filósofo Alasdair MacIntyre, es una vida compartimentalizada. Tenemos una separación entre las esferas que habitamos, como la laboral y la personal. Las barreras entre esferas hacen vivible la profunda contradicción que navegamos cada día. ¿En qué consiste la contradicción? En nuestros trabajos perseguimos fines creados por otros. No somos más que autómatas, títeres al servicio de la agenda de alguien más. ¿De quién? Nuestros jefes, claro. Pero sobre todo de los jefes de nuestros jefes y de los jefes de ellos. Y de nuestros clientes, del gobierno, del sistema y de las estructuras sociales en las que nos vimos arrojados.
Para MacIntyre estamos sujetos a expectativas morales diferentes en la vida organizacional y en la vida familiar. En nuestra casa somos papás y mamás cariñosos que le enseñamos a nuestros hijos a no decir mentiras. En nuestro trabajo, sabemos que no hay que decir toda la verdad si queremos cerrar a este cliente, o si queremos terminar bien cierta negociación.
La compartimentalización también viene de la falta de autonomía. Las actividades que llevamos de 8 a.m. a 5 p.m. no las decidimos nosotros y tenemos poca agencia sobre las metas que perseguimos y sobre el camino para lograrlas. Hay planes anuales, procedimientos, rutinas y protocolos que dictan qué hacer y cómo hacerlo. A cambio, lo que pasa después de las 5 p.m. en adelante, sí es nuestro. Decidir cómo usar nuestro fin de semana y nuestras vacaciones es el premio al buen empleado. En el tiempo libre podemos cocinar, jugar futbol, caminar, tejer o mirar el techo. Actividades que no nos dan plata, pero sí satisfacción. Son nuestras.

MacIntyre no cree que la compartimentalización contribuya a nuestro florecimiento. Más bien, piensa que ser uno en el trabajo y otro en la casa es un atentado a nuestra humanidad. Sin embargo, cuando la vida laboral es alienante, esos límites entre esferas valen oro. Si me toca hacer algo en el trabajo que no está en plena comunión con la persona que soy, con mis aspiraciones, intereses o mi sentido de propósito, al menos agradezco que no me toque hacerlo después de las 5 p.m. También agradezco que esas actividades y esas metas que le pertenecen a otro, estén restringidos a la oficina y se mantengan respetuosos del santuario que es nuestra casa. Es al menos una manera de capotear la gran contradicción.
La pandemia fue una inundación que tumbó los muros de contención que separaban lo personal de lo laboral. La desaparición de la distancia física entre el trabajo y la casa resultó en jornadas de trabajo interminables. Y, de repente, nuestros colegas tuvieron acceso más allá de nuestro lado profesional. Por más muros blancos que procuramos tener de fondo en las videollamadas, en algún momento clientes y colegas vieron el bodegón que heredamos de la abuela o el reloj de pared que nos regalaron de matrimonio.
Por más esquinas silenciosas que tratamos de colonizar en horas de oficina, pocos nos salvamos de que sonidos de la esfera familiar se colaran en Zoom e hicieran su aparición memorable. Y aunque participar de la intimidad de nuestros colegas y que ellos participaran de la nuestra a veces nos unió, también nos quemó.
La renuncia silenciosa ya existía. Su reaparición como un fenómeno viral es un síntoma al que debemos poner atención. Muchos tenemos trabajos que son incongruentes con quienes somos. Esos, los queremos a metros de nuestra vida personal. Si esos trabajos, descaradamente, empujan los límites que hemos acordado, mostraremos resistencia y los devolveremos al lugar que merecen. Ya no solo agradeceremos terminar la jornada laboral a una hora decente. Lo exigiremos.
Que la renuncia silenciosa haya pegado en TikTok, The Economist, New York Times y en esta publicación, habla de que es momento de revisar los fines y las formas en las que trabajamos.
Tatiana Rodríguez es Doctora en educación de la Oxford University y magíster en educación de Harvard University. Actualmente se desempeña como académica y youtuber, además de ser profesora asistente de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes. Su área de enseñanza se enfoca en comportamiento y cambio organizacional, además de liderazgo. Es divulgadora de ideas de las ciencias sociales y de cómo se conectan con nuestras vidas.